HOMBRE SOLO EN LA BARRA
Obsesión cinéfila y real, sobretodo si el tipo en cuestión está bueno, en las películas siempre lo está y a veces incluso en la vida real y entonces es demasiado; el irresistible atractivo de uno que va a su rollo, tomando un trago, absorvido por sus pensamientos, aparenta no percatarse de la mujer que entra en el bar y que inevitablemente perderá la cabeza por él, tan sólo una discretísima mirada de reojo, apenas visible, la señora o señorita tomará la iniciativa de la conversación, tal vez le invite a una copa o intercambiarán invitaciones y algo más...
Esos bares oscuros, probablemente en la calle cae un Sol de justícia, altas temperaturas, calles desiertas y polvorientas, asfalto humeante.
Lo mismo sirve para un western, para un film actual o para la vida misma, el caballero solitario perdura en el tiempo, su principal arma es el misterio, un misterio que no se desvelará nunca porque tal vez tampoco exista en realidad y que te atrapa sin remedio, quieres creer que existe ese misterio, es lo más importante, sin duda.
En la calle el caballo aguarda pacientemente; el vehículo permanece silencioso a la espera de partir veloz, rumbo al horizonte.
Un amor, una aventura, en cada nuevo destino.